28 Mayo 2020
8 min

De pequeños gestos, se escriben grandes historias. Estas son cuatro muy especiales. Hechas de solidaridad. 

Viajamos en el tiempo y regresamos al año 2010. En Portugal, el papa Benedicto XVI conocía Fátima, en el cine se estrenaba «Come, reza, ama» y se aprobaba la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo.  

En el mismo año, en las oficinas de EDP, se realizaban consultas por los escritorios de los colaboradores para ver quién estaría dispuesto a comenzar un proyecto de voluntariado. Varios respondieron que sí. Y de esa forma comenzaba una iniciativa que, sin lugar a dudas, hoy forma parte del ADN de EDP.  

Han pasado 10 años. Cientos de acciones se han puesto en práctica por colaboradores de EDP que, cada mes, pueden dedicar cuatro horas de su horario laboral para colaborar con la promoción de la empresa y hacer del mundo un lugar mejor.  

Es así que EDP ha dejado su huella en las más diversas áreas de actividad, como en la pobreza energética, la educación de calidad, la energía limpia y asequible o la sostenibilidad en ciudades y comunidades. Esas son algunas de las áreas donde se puede contribuir para tener un mundo mejor, no solo en relación con la energía, sino con todo aquello de lo está hecho: la gente.  

Sin embargo, el año 2020 trajo lo que en 2010 nadie se imaginaba: una pandemia que ha cambiado la forma en que trabajamos y cómo nos relacionamos, y que ha obligado a que varias acciones de voluntariado de EDP que exigían presencia física, como acciones de voluntariado medioambiental, tuviesen que suspenderse. Pero si, por un lado, era necesario poner en pausa algunas iniciativas, otras fueron adaptadas y otras, a pesar de todo, llegaron a ver la luz del día. Nuevos proyectos de voluntariado para ayudar a mejorar las situaciones difíciles ocasionadas por el virus y combatir la desigualdad. Una unión feliz (como lo demuestran estas cuatro historias compartidas en una reunión interna que ha mostrado cómo la tecnología también llegó a complementar esta actividad más humana) entre la energía de las personas de EDP y la tecnología, contra la COVID-19.

Fablab: un laboratorio secreto contra la COVID-19 

Al igual que «Terminator» con Skynet y «Resident Evil» con Umbrella, EDP también tiene un laboratorio secreto, que no sirve para fabricar inteligencia artificial o armas biológicas, sino innovación. 

Se llama Fablab y tiene como objetivo apoyar la construcción de prototipos, de manera fácil, rápida y económica. Sin embargo, como muchos portugueses, las personas de dicho laboratorio fueron enviadas a casa en régimen de teletrabajo.  

Sin embargo, después de varios días de ensamblar equipos e instalar varios sistemas en los hogares de los miembros del equipo, ha llegado una orden contraria a la anterior: es hora de regresar al pequeño laboratorio para combatir a la pandemia que ha afectado al mundo.  

14 voluntarios de EDP se unieron a Fablab y, mediante impresoras 3D, dieron lugar a más de 3000 viseras protectoras para las personas que trabajan en la primera línea de la lucha contra la COVID-19, como nos dijo Jorge Dinis.

Viseiras

Amizade em linha: un teléfono que suena y la historia de doña Manuela 

EDP ha promovido desde hace tiempo una acción de voluntariado presencial para alentar a las personas que viven en aislamiento, como las personas mayores que no tienen familia y las personas sin hogar que viven en las calles y que a veces no escuchan su propia voz porque ni siquiera tienen con quien compartirla. En esos casos, la solidaridad toma la forma de conversaciones, horas y horas para consolar el corazón de quienes más lo necesitan.  

Con el brote de la COVID-19, esos dos grupos vieron como se agudizaba su soledad, junto con otras necesidades, lo que ha llevado a que la iniciativa tuviera que adaptarse, como ha explicado el administrador de Serve The City (una institución de voluntariado que trabaja en temas de exclusión, personas sin hogar, personas mayores aisladas, niños y jóvenes en situaciones de mayor vulnerabilidad, entre otros grupos de riesgo), Alfredo Abreu: «La dificultad del confinamiento social fue dejar de tener acceso a estas personas. En especial para los ancianos, porque no queríamos correr el riesgo de llevar la muerte con nosotros, en el sentido de que podríamos llevar algún tipo de contagio. Con las personas sin hogar, también se les ha pedido que abandonaran la calle. Algunos se quedaron en una habitación temporal, otros se quedaron en centros de acogida de emergencia. En ambas situaciones las personas seguían sin tener con quien hablar. Para combatir dicho problema, creamos una iniciativa de voluntariado llamada: Amizade em Linha (Amistad en línea)». 

De ese modo, en vez de realizar un encuentro presencial, más de 20 voluntarios se encuentran en contacto regular con las personas aisladas mediante un móvil o internet. Como con doña Manuela, de 82 años. 

Ella ha perdido a su familia de forma muy prematura y, desde entonces, ha vivido sola, acompañada solo de una discapacidad física. Con un virus en las calles, ha vivido durante dos semanas sofocada. Hasta que recordó que tenía un número en el móvil de alguien con quien podía hablar. Ha llamado al número de Alfredo Abreu y ha llorado cuando él le respondió. Ha llorado por la ansiedad, el miedo, la soledad, pero sobre todo porque finalmente pudo hablar con alguien que conocía. «Tengo 82 años y no recuerdo haber pasado por tanta soledad en mi vida. No tengo saldo en el teléfono para llamar a alguien y he pedido ayuda para que me trajeran comida. Tocan a la puerta, pero como tengo una discapacidad, tengo que arrastrarme hacia la puerta y, cuando llego allí, ya no encuentro a nadie», le dijo a Alfredo. 

Después de dicha llamada, tres voluntarios se encargaron de llamar con frecuencia a doña Manuela, quien en secreto le confesó a uno de ellos que a sus 82 años ahora vive como si tuviera 32. 

Al mismo tiempo que hablan, los voluntarios redactan un informe donde cuentan cómo fue la conversación y señalan situaciones de riesgo, como el hambre, la pobreza y la depresión. 

En todos los casos, el proyecto Amizade em Linha brinda una solución para facilitar la vida y dar felicidad a las personas señaladas. Para aquellos que sufren de depresión severa, se les proporciona un psicólogo y, para aquellos que necesitan alimentos, el voluntario contacta al Consejo Parroquial o al Banco de alimentos.  

Estuda com Energia: el poder de la educación 

Mayo es el mes de la energía. En otras palabras, es un mes de celebraciones para EDP. Y este año es todavía más especial. 

Ha nacido el proyecto Estuda com Energia (Estudia con energía), como una respuesta de emergencia para muchos niños que necesitan ordenadores y ayuda con las clases a distancia.  

Desarrollado en asociación con el Ministerio de Educación, el proyecto trata de responder a dos frentes: por un lado, la donación de ordenadores y, por otro, la tutoría y el apoyo en el estudio bajo supervisión. 

Primero, varios voluntarios recorrieron el edificio EDP en busca de ordenadores que pudieran ser donados. Al final, pudimos donar y recuperar más de 500 ordenadores que, con la ayuda de StudentKeep (el puente entre esta acción y las escuelas), llegaron a los hogares de quienes más los necesitaban.  

El otro frente de este proyecto es el de Estuda com Energia. Se trata de una acción ibérica promovida en conjunto por la Fundación EDP (EDP España) y el Programa de Voluntariado EDP, en la que varios voluntarios de EDP están dispuestos a ayudar a estudiantes identificados por el Ministerio de Educación en Portugal y Asturias, asumiendo un papel de tutores y brindando apoyo en las tareas escolares. Al mismo tiempo, a través de asociaciones, también tenemos explicaciones de maestros voluntarios de Teachers4Covid. 

Voluntária

Kit Energia: del aula a la sala de la casa 

Durante tres años, EDP ha vivido una relación feliz y creativa con las escuelas del país. El proyecto Kit Energia ha nacido de dicha relación, conformado por enfoques interactivos sobre la energía que se llevan a las aulas.  

La realidad virtual, los cuentos infantiles, los juegos y los dibujos animados son algunos ejemplos de actividades que no solo entusiasmaron a los niños, sino que también les ilustraron sobre temas como las energías renovables, la sostenibilidad y muchos otros. En vista de la situación actual, los voluntarios se enfrentan a un problema: ¿cómo pueden seguir promoviendo esta iniciativa sin su presencia en el aula? Tiago Matos, fundador de IWAYS (una empresa que recurre al papel y encuentra formas creativas de comunicar proyectos que prestan atención a la sostenibilidad) ha explicado que: «Se suspendieron las actividades basadas en materiales físicos. No era posible hacer que los materiales llegaran a todas las casas o escuelas. Luego, tuvimos que transformar todas estas experiencias en juegos digitales o teleconferencias dinámicas». 

Sin embargo, un voluntario en una conferencia con veinte estudiantes no era factible y, por eso, se necesitaba otra adaptación. Por lo tanto, se crearon actividades que no solo se pueden dividir en grupos más pequeños, para que el voluntario tenga un contacto más cercano con los niños, sino que también se entregan a los padres o hermanos mayores para que enseñen a los más pequeños desde la comodidad de la casa.  

Historias, canciones, dibujos para colorear, juegos de cartas de energía y juegos digitales de escape con tres niveles diferentes son algunas de las actividades de Kit Energia, que ayudarán a mantener unos altos niveles de energía. Independientemente de la pandemia.