Kakuma es un campo de refugiados de Kenia, un proyecto internacional de EDP ligado a su compromiso con la búsqueda de soluciones energéticas para los  refugiados que se encuentran en zonas remotas sin acceso a la red eléctrica. Una idea sin precedentes a nivel mundial y que ha revolucionado la vida de miles de personas.

Es raro que Jorge Mayer se olvide de sus objetos personales. Pero ese día de junio de 2009, se dejó el móvil en un taxi de Estambul, Turquía. Cuando lo recuperó, después de unos días, tenía decenas de llamadas perdidas procedentes de EDP Produção, donde trabajava. Se sorprendió. A la vuelta de las vacaciones, se encontró un pósit encima de su escritorio. «El ingeniero Ferreira da Costa quiere hablar con usted», decía. Se quedó  muy sorprendido y llamó a la puerta de la oficina del administrador de EDP, en Oporto.

"Tenemos un proyecto relacionado con los campos de refugiados de Kakuma y con las energías renovables, y necesitamos a alguien que vaya para allá", le explicó el ingeniero. Jorge encontró la idea interesante y le preguntó cuánto tiempo tenía para pensárselo. "Mañana, viernes, hay una reunión en Lisboa. Si usted no está interesado, tendremos que buscar otra persona", recuerda Jorge Mayer.

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Esta invitación no había surgido por casualidad. Jorge es una persona de causas, creó un grupo de voluntarios en Oporto, fue asesor de un proyecto de ayuda a personas sin hogar en la misma ciudad y estuvo en una misión en Cabo Verde durante tres meses. No obstante, nunca se le había pasado por la cabeza irse a un campo de refugiados. «Pedí el fin de semana para pensármelo», dice.

Volvió a Oporto y, como de costumbre, el domingo fue a misa. En  la iglesia, la camiseta de la persona que tenía delante llamó su atención. Tenía escrita la frase: "A big adventure is waiting for you. Don't think. It's better to travel" (Te espera una gran aventura. No pienses. Es mejor viajar).

Jorge se quedó pensativo. Parecía una señal. "Sentí que debía ir, y el lunes dije que sí. Después, fui a una segunda entrevista en Lisboa con la administración de la Fundación EDP", recuerda.

Menos de ocho semanas después, Jorge se encontraba ya en el terreno para llevar a cabo la fase inicial del proyecto en el campo de refugiados de Kakuma, en el noroeste de Kenia. En colaboración con la Organización de las Naciones Unidas y los técnicos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), EDP pretendía ayudar a instalar un conjunto integrado de soluciones de energía renovable. Iluminación, sistemas de riego, hornos y linternas solares, así como formación profesional, eran algunas de las áreas que cubrían los proyectos propuestos.

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Como director del proyecto sobre el terreno, Jorge contaba con el apoyo de un equipo que trabajaba desde Lisboa y que también hacía visitas regulares al campo de Kenia. Cuando regresó de esta aventura extraordinaria, en 2011, fue el primero responsable por implementar el Programa de Voluntariado de EDP.

Guilherme Collares Pereira, responsable de la Dirección de Innovación de la Fundación EDP en 2009, recibió a la comitiva de las Naciones Unidas en Portugal. "La asociación vino a pedir dinero para la misión de los refugiados», explica Guilherme. En ese momento, Fundación EDP tenía sustituido todos los subsidios por inversiones sociales, y Guilherme se preguntó, "¿por qué no innovar?", y ha propuesto realizar un estudio de las necesidades energéticas en un campamento de refugiados. EDP era una de las veinte mayores empresas especializadas en la producción de energía y en las energías renovables. Sugirió a la organización mundial "crear una solución basada en fuentes alternativas para los campamentos de refugiados". Y así fue.

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Mi vida cambió. Hubo un antes y un después de Kakuma. Fue un año que me marcó mucho, por la experiencia en el terreno y por todo lo que implicó. El impacto fue enorme, hicimos cosas muy buenas. Sobre todo, conseguimos hacer felices a muchas personas.

 

Jorge Mayer

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Con este proyecto, hicimos cosas diferentes. Fue un proyecto útil para los refugiados, lo que era nuestro objetivo fundamental. Además, permitió que EDP pudiese plantearse las cosas de una forma diferente a la habitual. Y en el plano personal, fue una experiencia extraordinaria.

 

Luís Faria

Guilherme Collares Pereira, Luís Faria, João Maciel, Pedro Paes y Marta Louro deran el pistoletazo de salida. Más tarde, han pedido al equipo de Recursos Humanos para identificar un voluntario para la gestión operacional del proyecto en Kakuma, por un año. Fue cuando Jorge ha entrado en el equipo. El primer paso fue llevar a cabo un análisis de las necesidades energéticas y estudiar las mejores soluciones a aplicar. «Creamos invernaderos en Portugal para simular el ambiente y poner a prueba el proyecto con las condiciones atmosféricas del campo», recuerda João Maciel.

Por su experiencia con sistemas autónomos de energías renovables a partir de energía solar, Pedro Paes fue quien se hizo cargo de la parte técnica. "Definimos las características y tipos de sistemas (energías renovables) para instalación en las escuelas, hospitales y otras instituciones, en un total de 11 edificios. Este fue un aspecto del proyecto con repercusiones muy importantes para la vida de aquellas personas", afirma.

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Para garantizar la sostenibilidad del proyecto, era esencial formar a la población. Con el apoyo de la ONG Don Bosco, promovida por los salesianos y presente en el campo de refugiados, se formó a 160 personas para el mantenimiento de los proyectos. "Los salesianos tenían una gran vocación para la formación mecánica, en construcción civil, electricidad, entre otros y, por eso, eran la pacería ideal para la instalación, operación y manutención de los sistemas proyectados por EDP", cuenta Pedro Paes. "Eran un oasis dentro de aquel campo. Gracias a ellos, encontramos un proveedor y conseguimos producir las piezas a nivel local", destaca João Maciel.

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"La energía es estructural, transversal a todas las actividades. Se gasta mucho dinero en diésel para hacer funcionar los generadores de energía. Si encontramos una solución que consiga un gran ahorro económico, ya habrá valido la pena. Y es una solución inteligente, ya que, en lugar de entregar un cheque para comprar alimentos, reducimos los gastos existentes. Fue algo novedoso. Las Naciones Unidas nunca se habían planteado anteriormente el aspecto energético."

 

Guilherme Collares Pereira

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Queríamos ofrecer una solución sostenible que fuera un ejemplo para las Naciones Unidas. Dejamos la semilla de algo que puede reproducirse en otros proyectos de EDP. Este patrocinio también se puede traducir en aplicaciones concretas que pueden replicarse en proyectos similares llevados a cabo en otros campos de refugiados.

 

Pedro Paes

2010

Año en que se llevó a cabo el proyecto de EDP en el campo de refugiados de Kakuma

1500

Número de bombillas de bajo consumo instaladas en el campo de refugiados de Kakuma

50 000

Litros de combustible que se ahorraron en un año en Kakuma gracias a la utilización de la microgeneración en los edificios y a la eficiencia energética

31

Número de postes de alumbrado público solar colocados

Desde Lisboa o en Kakuma, todo el equipo acompañó en el desarrollo de los trabajos. Entre los refugiados, había personas de doce o trece nacionalidades diferentes. Hablábamos con las madres y los abuelos del campo, comenta Miguel Collares. En una de esas visitas, mientras Luís Faria fotografiaba el campo, alguien le abordó. "Se me acercó una mujer africana, me cogió del brazo y me pidió con insistencia que sacara una foto de su tienda de campaña para mostrarle al mundo las condiciones en las que vivían", cuenta Luís.

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Caminé unos diez metros y me paré en la entrada de la tienda de campaña. La mujer estaba embarazada y llevaba a otros dos hijos de la mano. La tienda de campaña donde dormían y comíannera miserable. Fue una situación imposible de olvidar. Hice lo que ella me pidió y comencé a hacer fotos que mostraran al mundo las condiciones de miseria en las que viven los refugiados.

Las mujeres representan uno de los grupos más vulnerables dentro del campo de refugiados. Estos refugiados proceden en su mayoría del norte de Sudán y se vieron obligados a escapar de su país a causa de las guerras en los países vecinos. El espacio fue proyectado para albergar a 15 000 personas, pero, en 2009, cuando llegó EDP, vivían allí unas 50 000 personas. Hoy en día, hay más de 100 000.

En Kakuma, las mujeres son las responsables de garantizar la alimentación de su núcleo familiar, desempeñan actividades profesionales y cuidan de los más pequeños. «Los informes mensuales daban cuenta de casos de  niños violados y matrimonios infantiles. Había muchos casos de riesgo familiar, violencia y maltratos», explica Marta Louro. «Por muy raro  que pueda parecer, lo que más me sorprendió no fueron los niños, sino las mujeres. Había mucha tristeza en sus ojos», recuerda.

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Cuando surgió el proyecto, he pedido para participar porque creía que era una oportunidad. Tengo formación en Relaciones Internacionales y trabajaba en la área comercial. El proyecto ha sido muy enriquecedor del punto de vista personal y profesional. He podido ver el lado humano de EDP y estar involucrada en situaciones que no habíamos imaginado.

 

Marta Louro

Además de los sistemas de energías renovables, de lámparas eficientes y postes de iluminación pública, EDP distribuyó treinta hornos solares a una asociación que apoya a las mujeres en riesgo. «La alegría con la que las personas los recibían fue una de las experiencias más bonitas que vivimos», relata Marta Louro.

Para combatir el abandono escolar, EDP llevó desde Portugal linternas solares que se cargaban durante el día, mientras los jóvenes estaban en la escuela, alumbrándolos después en el camino de vuelta y permitiéndoles también estudiar en casa. "Después de algunos meses de proyecto, el nivel educativo aumentó significativamente", afirma Pedro Paes.

Hubo, además, espacio para la creación de huertos, bombas y depósitos de agua y viveros para plantar árboles. "Fue una intervención en al menos diez áreas diferentes. Pero de una forma totalmente innovadora. No tratamos de darles pescado, sino de ofrecerles una caña y enseñarles a pescar", añade Guilherme.

4500

Número de linternas solares recargables distribuidas a los estudiantes

30

Hornos solares entregados a diez restaurantes que emplean a mujeres vulnerables apoyadas por el National Council of Churches of Kenya

300

Miembros de la tribu de los turkanas que consiguieron agua potable y para el riego de huertos gracias a los purificadores solares de agua

"¿Volvería a un campo de refugiados? Sin duda. Desde Kakuma, nada ha vuelto a ser igual. Hice una reflexión personal para apoyar a EDP en el desarrollo de más proyectos en contextos similares en otros países en desarrollo. Hay varios encima de la mesa"

Los equipos y sistemas instalados fueran donados a ACNUR y su manutención es también, ahora, su responsabilidad. Puntualmente, Salesianos envían algunas informaciones y fotos del campamento de refugiados, una vez que siguen ejecutando algunas intervenciones de manutención.

La relación con el equipo de EDP fue tan estrecha que, siempre que pueden, hacen coincidir sus agendas y quedan para comer y recordar el proyecto. En homenaje a la cerveza local que bebían en Kakuma, son el grupo de los "Taskas", una palabra suajili que significa "ningún lugar" y que hace referencia al  aislamiento de la zona.

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