04 Abr 2020
11 min

Viernes, 13 de marzo de 2020. Jorgelita Exposito Blanco se ajusta sus gafas de estilo ojo de gato y sale de la oficina al finalizar la jornada. El sol se está poniendo y hay mucho bullicio en las calles. No obstante, en esta ocasión, además del ruido típico que hacen los coches en hora punta, se percibe otro tipo de nerviosismo.

Esta vez, y al contrario de lo que suele hacer desde que trabaja en EDP Renováveis, Jorgelita se lleva el ordenador portátil a su casa por indicación de la empresa. En España, que es donde se encuentra (más concretamente, en Oviedo), se declaró el estado de emergencia al día siguiente debido a la gravedad del brote de coronavirus.

«Me pilló por sorpresa», confiesa Jorgelita, «esperaba poder volver a la oficina el lunes... Después, me vi en la necesidad de comprar provisiones de forma urgente, ya que ni siquiera tenía leche, y tuve que enfrentarme a este "acto heroico" que supone hoy en día ir al supermercado. El miércoles volví a la oficina para recoger la pantalla de mi ordenador, documentos y otras cosas que necesitaba para organizar lo que tenía que hacer».

Ese miércoles 18 de marzo, Jorgelita regresó a una oficina vacía. Las pertenencias de algunos compañeros aún estaban donde las habían dejado, como si la vida en la empresa se hubiese «pausado». La zona donde se encuentra la sede de EDP en Oviedo está ahora ocupada por la Unidad Militar de Emergencia, y la situación aquí «parece sacada de una película», según nos cuenta. «¡Parecía que estaba en un capítulo de la serie Chernóbil! Había un silencio absoluto, tremendo. Pero, por otra parte, se podía oír perfectamente el canto de los pájaros, un sonido que antes pasaba desapercibido y que ahora podía escucharse fácilmente. Esa es la parte positiva de todo esto».

Las personas, lo primero

Reina el silencio en las oficinas del Grupo EDP de todo el mundo. De España a Brasil, de Portugal a Estados Unidos, la decisión de que los empleados trabajasen desde casa se tomó muy rápidamente, en algunos casos incluso antes de que los gobiernos lo decidiesen, como sucedió en São Paulo, Brasil.

«EDP fue una de las primeras empresas que se planteó el teletrabajo.… El cierre de los comercios se impondrá mañana aquí en Brasil, así que EDP va muy por delante». Son palabras de Rodrigo Villafan Landin, empleado de EDP Brasil que, en el momento de la entrevista, ya llevaba una semana teletrabajando. 
 

teletrabalho na EDP

Rodrigo refleja el sentimiento general de las personas a las que se «envió a casa» ante la emergencia del COVID-19. La falta de interacción social, no solo en términos personales sino también en su trabajo diario, es solo uno de los desafíos a los que deben enfrentarse los trabajadores. Otro es lograr poner límites en el espacio y el tiempo, ya que ahora nadie sabe realmente dónde termina «el trabajo» y dónde empieza «la casa».

Hay quien hace «comidas virtuales» con sus compañeros delante del ordenador, mientras que otros no se pierden las quedadas de los viernes por la tarde, aunque sea por videoconferencia. Rodrigo ha optado por los cafés: «Hemos utilizado mucho el FaceTime y nos reunimos con los compañeros al menos tres veces a la semana para lo que llamamos "el café", un tiempo que compartimos en el que hablamos de cosas no relacionadas con el trabajo, porque sino nunca dejaríamos de hablar de ese tema, y necesitamos delimitar el tiempo de trabajo y el de ocio», dice.

Otro gran reto es, claramente, tener a toda la familia en casa... siempre. En Portugal, Cláudia Novo (de EDP Global Solutions) admite con una sonrisa que sus hijos están «encerrados en su habitación para poder mantener esta conversación sin interrupciones». 

Para que la transición al teletrabajo fuese satisfactoria, el primer paso de Cláudia fue conseguir organizar las rutinas y toda la logística de su casa, lo que incluía ir a comprar a horas determinadas, organizar los baños, las comidas y el trabajo escolar de los niños. El segundo paso fue empezar a usar de forma intensiva las herramientas digitales de teletrabajo que tenía a su disposición. 

La oficina en casa

Según Cláudia Novo, todo su equipo ya estaba muy acostumbrado a utilizar herramientas colaborativas de trabajo remoto, como Microsoft Teams, que permite hacer videollamadas con hasta 100 personas simultáneamente, además de las conversaciones de chat habituales. «Antes, trabajábamos en Teams de vez en cuando, pero ahora lo hacemos mucho. Hemos podido celebrar todas las reuniones programadas y mantener las costumbres de nuestro equipo, como las reuniones quincenales». 

Esta facilidad que han tenido los empleados de EDP para adaptarse al teletrabajo no ha sido casual. El grupo había iniciado un proceso de transformación digital hace ya algunos años que ha resultado ser muy valioso en estos momentos. En 2017, comenzó por identificar los conocimientos digitales que se necesitarían en cada departamento, y luego ofreció formación a los empleados. 

Paralelamente, se estudió la posibilidad de permitir a los trabajadores trabajar desde casa. Y, en 2019, se decidió iniciar un proyecto piloto: trabajar desde casa una vez a la semana con el fin de adquirir conocimientos y experiencia para el futuro. Estaba previsto que este proyecto piloto se iniciase precisamente en abril, pero la realidad se impuso y, a mediados de marzo, el 69 % de los 12 000 empleados de EDP de todo el mundo ya trabajaban exclusivamente desde casa.
 

"Todos nos enfrentamos a la realidad del coronavirus, lo que significa que el teletrabajo, que en EDP empezó siendo algo voluntario y agradable, ha terminado convirtiéndose en algo obligatorio. Y así ha sido como, casi por casualidad, hemos logrado estar mucho mejor preparados para enfrentarnos a este desafío".
Ferrari Careto, EDP Digital Global Unit

Lo digital se impone como la nueva normalidad

De hecho, tal y como sostiene Ferrari Careto, «lo digital se impone como la nueva normalidad». De entre el conjunto de herramientas existentes a las que se puede acceder a través de internet, una de las más importantes para el grupo es Office 365, «ya que permite enviar correos electrónicos, acceder a la agenda o tener acceso a Word, Excel o Powerpoint en la nube, todo ello con la seguridad que requiere el acceso a nuestros sistemas». 

La instalación de llamadas de redes privadas virtuales (VPN, por sus siglas en inglés), que emulan la red interna de la empresa en los ordenadores de las personas que trabajan a distancia, ofrece un mayor grado de seguridad y permite llevar a cabo las operaciones diarias más delicadas de EDP. Según Ferrari Careto, «en este contexto, hemos batido el récord de uso, algo que no esperábamos, ya que han llegado a conectarse 4000 compañeros simultáneamente a nuestras redes a través de VPN».

Estos son «detalles» que, si no se hubieran probado e implementado previamente de manera rigurosa, no permitirían el mantenimiento normal de las operaciones de EDP. Esta tarea, llevada a cabo por los agentes de tecnologías de la información (TI) del grupo, es reconocida por los compañeros como crucial.
 

"Todos tratamos de que las cosas sigan funcionando. Y me gustaría enviar a un saludo a los trabajadores de TI que han hecho posible que, de repente, miles de personas trabajen desde casa mediante el uso de recursos tecnológicos. Era esencial para que personas como yo, que nunca habíamos utilizado un ordenador a distancia, pudiésemos seguir desarrollando nuestra labor. Es un trabajo admirable".
Jorgelina Exposito Blanco, EDP Renováveis

En primera línea

Pero el trabajo de EDP va mucho más allá de reuniones, correos electrónicos y videoconferencias. Para que todas las personas (tanto de dentro como de fuera de la empresa) puedan mantener una cierta normalidad en sus vidas, es necesario garantizar la continuidad del acceso a un bien esencial, la electricidad. Y, curiosamente, este es un trabajo a distancia en su forma más pura, ya que con o sin coronavirus, algunas de las operaciones que garantizan que la electricidad llegue a donde se necesita se llevan a cabo siempre a distancia. La producción de energía eólica, por ejemplo, se gestiona de forma remota en los centros de despacho. Otro ejemplo es el propio mantenimiento de la red eléctrica, que también se realiza, en parte, a distancia.

Lo mismo se aplica a la gestión de las centrales hidroeléctricas, o lo que es lo mismo, a las presas. Vitor Silva es responsable del Despacho de Oporto, donde se encuentra la sala de control remoto desde la que se supervisan todas las centrales hidroeléctricas de EDP de Portugal. En una sola sala, se controlan y se vigilan 62 presas con 129 grupos generadores en turnos que aseguran su supervisión las 24 horas del día, todos los días del año.

Mediante un software específico y varias pantallas de ordenador, los profesionales desempeñan multitud de funciones fundamentales entre las que se incluyen el funcionamiento y la vigilancia de las presas, además de la gestión de los caudales de los ríos, que puede tener que aumentarse o disminuirse por diversos motivos, principalmente para prevenir inundaciones.

 

La llegada del Coronavirus forzó cambios importantes. Primero, el comportamiento, con la desinfección de manos en la entrada, la desinfección de equipos compartidos, la restricción de acceso y contactos con el exterior. Posteriormente, con la reorganización del trabajo de los equipos.

Normalmente, el control remoto lo supervisan equipos de tres personas, cada una de las cuales trabaja en turnos de 8 horas para garantizar una vigilancia continua de las presas. Para minimizar el riesgo de contagio por coronavirus, los equipos actuales constan únicamente de dos personas. Además, se comenzaron a intercalar las salas de operaciones, es decir, si un equipo hacía un turno de 12 de la noche a 8 de la mañana, el siguiente, que comenzaba a las 8, trabajaba en otra sala. De esta forma, el primer espacio se limpiaba y desinfectaba mientras estaba vacío. 

"Hubo colegas que se ofrecieron a permanecer en un régimen de casi aislamiento: comenzaron a dormir en una casa al lado del edificio de Telecontrol y a comer allí, tomando la mayoría de los turnos".
Vitor Silva, responsable del Centro de Control Remoto de las Centrales Hidroeléctricas

Vitor Silva explica que los días libres de estos colegas son compensados por equipos en Oporto que operan alternativamente desde las dos salas. Todas las medidas se han tomado con el objetivo de proteger a estos profesionales tanto como sea posible, ya que la energía que llega a todo el país también depende de ellos.

Espíritu de equipo

A las medidas que tratan de garantizar la seguridad física de los trabajadores, se han añadido otras de apoyo social que la oficina de contingencias creada a tal efecto ha establecido. Una de ellas es la posibilidad de disponer de la paga extra de verano por anticipado (en marzo). Además, es posible que se anuncien otras medidas en función de la evolución de la situación.

El grupo se ha unido a la lucha contra el coronavirus en todo el mundo. En Portugal, por ejemplo, EDP ha donado cincuenta respiradores al Serviço Nacional de Saúde, mientras que EDP Brasil ya ha aportado seis millones de reales (más de un millón de euros) para la compra de este material. Se está estudiando la aplicación de otras medidas para ayudar y aliviar a la población.

«En todas las conversaciones que he mantenido con empleados de EDP, se percibe un extraordinario espíritu de equipo y un sentimiento de satisfacción», señala Ferrari Careto. «Eso se debe a que EDP fue una de las primeras empresas de Portugal que tomó la iniciativa de que sus empleados trabajasen desde casa. Había una gran preocupación por la seguridad de los empleados».

Vivir la vida «desde la ventana»

Ahora, le toca a la gente tratar de «mantener la cordura» en casa. Paula Carneiro, directora de Recursos Humanos de EDP, menciona la importancia de establecer rutinas: «Trate de no levantarse de la cama y ponerse a teletrabajar en pijama. Mantenga sus rutinas y, de alguna forma, haga como si fuera a salir de casa, pero sin llegar a hacerlo...», bromea. 

Pero no siempre es fácil. «De repente, hay varias personas en casa, jaleo por todas partes, hijos, mujeres o parejas que se cuelan también en las llamadas... Hasta el perro reclama más tiempo y no deja de dar vueltas a nuestro alrededor pidiéndonos caricias o ladrando cada vez que pasa algo», cuenta. La verdad es que, en pocas semanas, estos «episodios» en los que los miembros de la familia interrumpen las videoconferencias de una forma más o menos escandalosa, se han convertido en algo común, aceptable y, de alguna manera,… deseable. 

Jorgelina está de acuerdo con esto: «Teams tiene una función que permite cambiar el fondo cuando se hacen videoconferencias para que no se vea el lugar en el que estás, pero nadie la utiliza. Ahora, podemos ver los cuadros que tienen colgados nuestros jefes, el sofá en el que se sientan, a sus hijos...… E intentan que no interrumpan, pero les decimos que no pasa nada, porque nos gusta ver a los niños y saludarlos. 

Todo esto plantea una situación interesante. La tecnología, más concretamente las herramientas de teletrabajo, han abierto puertas (o ventanas) en los ordenadores que antes no existían. Esto no es nada nuevo, pero es algo que se ha intensificado enormemente debido a la imposición del aislamiento. El distanciamiento social nos ha traído una cercanía inusual, una intimidad sin precedentes con las personas con las que anteriormente manteníamos una mayor distancia. 

Gracias a las herramientas digitales, se ha creado un verdadero sentimiento de unión, de formar parte de un todo y de sentir que todos somos humanos y podemos equivocarnos. Estamos viviendo una situación única y debemos mantenernos alejados. La paradoja es que también estamos más cerca que nunca. 

En cuanto al teletrabajo, es una tendencia que, sin duda, se reforzará después de esta prueba de fuego. Paula Carneiro está convencida de que nada volverá a ser como era: «Cualquiera que aún tuviera dudas o pusiese excusas para retrasar este movimiento, a partir de ahora y con esta prueba mundial, se dará cuenta de que es posible y de que aporta muchas ventajas. Estoy totalmente segura de que nada volverá a ser como antes».