EDP gestiona la central termoeléctrica de Pecém, ubicada en el estado brasileño de Ceará, construida en 2012 para satisfacer la creciente demanda de electricidad, que depende en gran medida de la generación hidroeléctrica. 

La región semiárida donde se encuentra, el Nordeste brasileño, siempre ha registrado períodos de sequía a lo largo de los años. Sin embargo, la precipitación media anual por períodos de 6 años ha ido disminuyendo desde 1910, habiendo alcanzado el valor más bajo en el período 2012-2017. 

Debido al cambio climático, se espera que aumente la frecuencia e intensidad de los períodos de sequía, lo que aumenta la presión sobre la disponibilidad y la calidad de los recursos hídricos. 

Al reconocer los impactos de sus actividades en el medio ambiente y considerar el agua como un recurso estratégico para su actividad, EDP Brasil determinó iniciativas para reducir su consumo, con el fin de reducir no solo el riesgo para el negocio por restricciones del suministro de agua (usos concurrentes, presión reglamentaria), sino también los costes de la compra de agua y de la trata de aguas residuales. 
 

Se implementaron dos medidas a mediados de 2017 que permitieron la reutilización de las aguas residuales generadas en la instalación y el aumento del número de ciclos de refrigeración con el mismo volumen de agua. 

Reutilizar agua residuales 

El circuito de refrigeración utiliza el mayor volumen de agua en la instalación y no requiere agua de gran calidad. Por tanto, la primera iniciativa es reutilizar las aguas residuales de la estación de tratamiento secundario de aguas residuales (ETE, en portugués Estação de Tratamento secundário de Efluentes) en las torres de refrigeración, provenientes de varios procesos, como el de las purgas de la caldera y de las torres de refrigeración y del agua de lluvia del depósito de carbón. 

Refrigerar con menos volumen de agua

La segunda iniciativa consiste en añadir dióxido de cloro para la oxidación de los compuestos orgánicos del agua de refrigeración. Un volumen de agua que anteriormente se utilizaba para 3,5 ciclos, pasó a poder utilizarse para 12-15 ciclos, aumentando así los ciclos de concentración de las torres de refrigeración. 

El medio ambiente gana. Nosotros ganamos.

Hasta diciembre de 2018 las medidas permitieron ahorrar más de 1,2 millones de metros cúbicos de agua. Este ahorro, junto con la reducción de los costes asociados a las aguas residuales previamente tratadas, alcanzó, en el mismo período, más de 6 millones de reales brasileños (R$). 

En total, con las inversiones iniciales y los costes operativos del tratamiento del agua de refrigeración y el mantenimiento de la ETE (estación de tratamiento secundario de aguas residuales), la implementación de las medidas tuvo un saldo positivo de 2,3 millones de reales brasileños (R$) en los 16 meses de operación. 

En 2019, se reutilizaron el 31,5% de las aguas residuales producidas en la central, reduciendo el consumo de agua en más de 21,000 de metros cúbicos por mes.